En numerosas ocasiones nos sentimos débiles, sin fuerzas. Nuestras piernas comienzan a temblar, el estómago se contrae sobre sí mismo, como una bola de plástico que está siendo consumida por el fuego, la cabeza no para de darle vueltas al tema causante de nuestro estado y el corazón bombea cada vez con más fuerza.
En estas ocasiones tu propio cerebro se rebela contra ti y te lleva la contraria, le dices que deje de dar vueltas, pero él sigue insistiendo una y otra vez, sin darle importancia a tus pensamientos racionales, hasta que queda dividido. Una parte, hace caso al bombeador de sangre, la otra está de acuerdo y se pone de tu bando.
La gente normal lo llama amor, yo lo llamo debilidad hacia una persona especial.
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