Que te F***** mundo.

La duda es una de las peores sensaciones que existen... te proporciona inseguridad propia, flaquedades y en la mayoría de los casos hace que tus ojos se inunden.
Cuando te sientes dudosa de algo solo sabes pedir consejos, pero ninguno es el adecuado, porque un consejo te dice que hagas lo que realmente sientes, otro que no te dejes llevar, otro que lo hagas sin pensar y luego está ese típico que dice: que le den por culo a todo.
Tu cabeza llega a un punto en el colisiona todo y deja de escuchar, de ver, de oler, de sentir... se cierra en banda y solo quedas tu mente y tu encerrada en ella. Intentas salir distrayéndote con cualquier cosa, incluso cuentas las baldosas del suelo de tu cuarto; hay 90, pero nada... tu cerebro no te deja salir. Piensas en escuchar música, pero es peor, ahora no solo estás atrapada, si no que el agobio viene dando saltitos con un cuchillo en dirección a ti y salta encima tuya, apuñalándote una y otra vez con una sonrisa de oreja a oreja.
Al final terminas por arrancarte los cascos de los oidos, vestirte con lo primero que pillas y salir corriendo de casa a un lugar en el que estés sola y justo cuando llegas a ese lugar, justo cuando no hay nadie, ni una hormiga, es cuando gritas:
QUE TE FOLLEN MUNDO.